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miércoles, 31 de agosto de 2016

DÍA EN LA PLAYA

Mañana de diamante fino en Cádiz,
sol de junio templado, a fuego lento.
Tu pelo negro es la veloz cometa
que el desabrido viento
ondea de poniente a la Caleta.

Mientras embiste audaz  la pleamar
dicen olas curiosas que te ame.
Refrescado de gélido ultramar
y arrullado por cándida sirena,
en lecho árido de caliente arena,
es juego de la brisa
tu rosado jardín, manto de lino.
Delinea tu boca amplia sonrisa,
tras tus ojos los míos peregrinos
van. Tu pecho se mece acompasado
mientras mi alma sumisa
se remansa en el mar embelesado.

Nuestras manos se aferran con furor,
las bocas se hacen una
colmando ardiente duna;
nuestros labios disuelven el salitre
con canciones de amor.
Se pasean mis ojos por tu piel
de fina porcelana
galopando mi intrépido corcel.
Una lágrima aflora,
que de amor por ti mana.

Tus pies de seda juegan con los míos
cual gaviotas que saltan en la arena,
apaciguando los escalofríos
que mi espíritu llenan.
Mi lengua sabe a ríos
de amargor diminuto,
que llega hasta las playas de mis labios;
son lágrimas de tus ojos de luto.

Por tu perfil mi dedo se encamina
y lo dibuja en fondo de sanguina
mientras el tiempo escapa de las manos.
Triste en ocaso el día va a morir;
es hora de partir.
¡No! Continuemos en el lecho, en notas
de melodías de este mar cercano 
y en cantos de gaviotas.

Con bermellón la tarde te intimida,
corona tu cabeza con guirnaldas
y en carne viva arde tu tez cocida.
Volviendo al mundo, ausentes, las espaldas,
dos cuerpos se atan, en amor se funden.
Fuertes abrazos junto al mar los hunden.


            © Antonio Macías Luna 
            Castilblanco de los Arroyos (España), 6/6/1999

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